
El informe sobre el Estado de la Población Mundial 2025 demuestra que la mayoría de las personas quiere tener hijos y que muchas personas desean más hijos de los que pueden tener. Esto se cumple en todos los países, incluso en los que presentan tasas bajas de fecundidad.
Tales hallazgos ponen de manifiesto que la verdadera crisis a la que se enfrenta el mundo no tiene que ver con la despoblación, sino con la pérdida de la capacidad de acción en el ámbito reproductivo.
En todos los países analizados, independientemente de su tasa de fecundidad total, se está vulnerando —y en algunos casos negando de forma directa— la decisión más trascendental que una persona puede tomar con respecto a su reproducción: si tener hijos o no, cuándo y con quién.
Ante los cambios de la fecundidad y de la estructura por edad de las poblaciones es urgente articular la perspectiva de género y el trabajo de cuidados en el diseño de las políticas de población, promover la conciliación de la vida laboral y familiar, el derecho a decidir de niños y adolescentes, así como de las mujeres a la autonomía física y económica, a contar con una educación integral de la sexualidad y servicios de salud reproductiva, y a una vida sin violencia.
Veinticinco por ciento de las mexicanas ha vivido un embarazo no deseado, para 7 por ciento su número ideal de hijos es cero, para 12 por ciento, uno, para 37 por ciento el deseo es de dos hijos y para 16, tres hijos. El crecimiento lento de la población de México (menor a uno por ciento anual) y la baja fecundidad (1.7/mujer) nos abre una oportunidad para impulsar la economía y favorecer una visión positiva de futuro, con posibilidades y esperanzas.