Hoja de ruta para la igualdad de género

 

Por primera vez, la igualdad de género se sitúa entre las principales preocupaciones mundiales, junto a la atención de la salud y el cambio climático.

 

He aquí tres formas de empezar: en el hogar, en el trabajo y en los espacios digitales. 

 

1. El trabajo flexible es innegociable para alcanzar la igualdad de género

 

Para muchas mujeres, la jornada laboral dura bastante más de ocho horas. La mayoría trabaja un turno completo, en algunos casos sin remuneración, y después se dedica a las tareas domésticas y al cuidado de sus hijas e hijos hasta que cae la noche. 

 

Las encuestas de ONU Mujeres sobre el uso del tiempo muestran que las mujeres realizan tres veces más trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que los hombres, con una media de 4,2 horas diarias frente a 1,7 horas en el caso de los hombres. Esta carga injusta y la necesidad constante de adaptarse a sistemas rígidos es una de las principales causas de la desigualdad en el trabajo, pero también uno de las más fáciles de subsanar.

 

La flexibilidad en el trabajo podría cambiarlo todo. Más de la mitad de las mujeres (el 52 por ciento) encuestadas por Team Lewis afirmaron que el trabajo flexible las ayudaría a permanecer en la economía. El informe revela asimismo que el 45 por ciento de las mujeres que se replantean sus empleos en 2025 se quejan de la falta de flexibilidad, y el 40 por ciento mencionan problemas de conciliación entre la vida laboral y la personal. Un cambio en la cultura laboral no solo es positivo para las mujeres, sino que podría transformar la economía. 

 

2. El costo de pasar por alto la igualdad de género en el trabajo

 

A escala mundial, las mujeres siguen ganando un 20 por ciento menos que los hombres y solamente ocupan un 28 por ciento de los cargos con responsabilidades de gestión. Aunque a menudo se defienden objetivos de diversidad, los cambios significativos han sido lentos.

 

El informe reveló que más del 40 por ciento de las personas empleadas creen que los esfuerzos que hacen sus empresas para apoyar a las mujeres son insuficientes, y el 47 por ciento quiere que se dé prioridad a la transparencia salarial.

 

3. Un progreso diseñado. Combatir los sesgos sexistas en la IA

 

Actualmente, solo el 28 por ciento de las personas son conscientes del sesgo de género en la IA. Una vez informadas, más de la mitad dijeron estar preocupadas por este tema, en especial las generaciones Z y millennial. Y con razón. Los sistemas de IA ya han fallado en reiteradas ocasiones. Los programas informáticos de reconocimiento facial ha dado lugar a detenciones erróneas, los sistemas de contratación han favorecido a los varones en detrimento de las mujeres y los algoritmos de atención de la salud han cometido errores en la valoración de las necesidades clínicas —sobre todo en el caso de pacientes de grupos minoritarios—, lo que ha provocado que no se administren cuidados que podrían salvar vidas.  

 

El problema no es solamente quién utiliza la IA, sino también quién la desarrolla.  Aun así, la exigencia de un cambio sigue creciendo y el 66 por ciento de la población cree que los Gobiernos deberían regular la IA para reducir los sesgos de género. Eso significa abordarlo todo, desde los generadores de imágenes que producen material visual estereotipado hasta los algoritmos que penalizan los CV con indicadores femeninos. A las empresas se les pide que inviertan en equipos de diseño inclusivos, normas éticas y mejores datos de capacitación.

 

 

 

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