El complejo vínculo entre la educación y la subutilización de la fuerza de trabajo

La educación es un componente crucial del desarrollo sostenible. Es un factor de crecimiento económico, productividad laboral, mejora del capital humano y movilidad social. En las últimas décadas hemos logrado grandes avances en nuestra búsqueda del acceso universal a una educación de calidad, aunque la pérdida de educación y el abandono escolar asociados al cierre de escuelas y al impacto socioeconómico de la pandemia han revertido algunos de estos progresos.  

 

Durante las últimas décadas, el nivel educativo de la mano de obra mundial ha aumentado constantemente, y las generaciones más jóvenes alcanzan niveles educativos más altos que las generaciones mayores. Aun así, la educación terciaria sigue siendo un privilegio al alcance de una minoría en todo el mundo. Según cálculos de la OIT basados en datos del Repositorio de Microdatos Armonizados de la OIT, en 2023 sólo el 7% de las personas de entre 25 y 54 años de edad en los países de bajos ingresos tenía un título terciario, en comparación con el 16% en los países de ingresos medios-bajos, el 21% en los países de ingresos medios-altos, y el 46% en los países de ingresos altos. En otras palabras, la prevalencia de la educación avanzada aumenta con el nivel de renta nacional.

 

A nivel global, las personas con un nivel de educación secundaria inferior o inferior representan el 52% de la población en edad de trabajar, pero el 47% de los la ocupación, el 37% de los desempleados, el 54% de la población activa potencial y el 57% de los subempleados por motivos de tiempo. En términos más sencillos, las personas con un nivel educativo básico o inferior al básico están muy infrarrepresentadas entre los desempleados y algo infrarrepresentadas entre los ocupados, pero están sobrerrepresentadas en la población activa potencial y en el subempleo relacionado con el tiempo. Es decir, aunque parece que les va bastante bien escapando de la desocupación, esto no hace sino enmascarar las otras formas de la subutilización de la fuerza de trabajo trabajo a las que están desproporcionadamente expuestos: el subempleo y el abandono total de la fuerza de trabajo (quizá debido al desánimo en la búsqueda de empleo).

 

Por el contrario, a escala mundial, las personas con un título superior representan el 18% de la población en edad de trabajar, pero el 22% de las personas la ocupación, el 25% de los desempleados, el 12% de la población activa potencial y el 12% de las personas subempleadas en función del tiempo. Así pues, las personas con un nivel educativo superior están sobrerrepresentadas entre los ocupados y en mayor medida entre los parados, e infrarrepresentadas en la población activa potencial y en el subempleo relacionado con el tiempo. Es decir, aunque a las personas con estudios superiores les va bastante bien en el acceso a la ocupación dadas sus cifras de la ocupación , cuando no es así, la necesidad o el deseo de un empleo es tan acuciante que permanecen en la desocupación, la forma más explícita de la subutilización de la fuerza de trabajo, en lugar de abandonar por completo la fuerza de trabajo abandonando la búsqueda de empleo.

 

Observaciones finales

 

La relación entre los niveles educativos y la subutilización de la fuerza de trabajo es compleja y polifacética. La educación superior puede conducir (y de hecho conduce) a mejores oportunidades de empleo en muchos contextos, pero los rendimientos de la educación dependen de la configuración del mercado laboral y del tipo de empleos disponibles.

 

Otros elementos importantes que hay que tener en cuenta son el campo de estudio, la calidad de la educación y el grado de inadecuación de las cualificaciones en una economía determinada. Maximizar los beneficios de la educación y garantizar una transición fluida de la escuela al trabajo requiere estrategias educativas y de mercado laboral específicas y eficaces, basadas en datos empíricos, incluida la oferta y la demanda de cualificaciones. 

 

 

 

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