América Latina y el Caribe continúa en un prolongado período de bajo crecimiento

 

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presentó hoy una nueva edición de su informe anual Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2025. Movilización de recursos para el financiamiento del desarrollo, en el que advierte que la región continúa en un prolongado período de bajo crecimiento. Se estima que el producto interno bruto (PIB) real crecerá en promedio 2,2% en 2025 y 2,3% en 2026, manteniendo las tasas registradas en 2023 y 2024. 

 

En Centroamérica y México, el crecimiento proyectado para 2025 es de 1,0%, casi la mitad de la expansión de 1,8% registrada en 2024, a causa del debilitamiento de la demanda externa, especialmente desde Estados Unidos. Países como Guatemala, Panamá y República Dominicana mostrarán, sin embargo, un desempeño más dinámico, con tasas superiores al 3,5%, gracias al empuje del sector servicios, el consumo privado y las remesas. Para 2026, se anticipa una leve recuperación al 1,7%, aunque la subregión seguirá siendo altamente vulnerable a choques externos por su dependencia estructural de la economía estadounidense en los ámbitos comercial, financiero y migratorio.

 

El Estudio Económico 2025 aborda tres dimensiones clave para fortalecer la capacidad de financiamiento del desarrollo en la región en base a tres ejes estratégicos.

 

El primer eje se centra en la movilización de recursos internos. El informe identifica los desafíos fiscales y estructurales que limitan la movilización de recursos en la región. Se propone mejorar la calidad del gasto, aumentar la inversión pública, fortalecer la recaudación reduciendo la evasión y racionalizando los gastos tributarios, así como avanzar hacia una mayor progresividad del sistema tributario.

 

El segundo eje aborda la movilización de recursos externos y privados. En este sentido se plantea la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional en línea con el Compromiso de Sevilla, redefinir los criterios de elegibilidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), y fortalecer los mecanismos de resolución de deuda soberana. Asimismo, se propone escalar la inversión privada mediante el desarrollo de mercados de capital a nivel nacional, propiciar el uso de instrumentos como bonos temáticos, canjes de deuda y financiamiento mixto.

 

El tercer eje resalta la importancia de potenciar el papel de la banca de desarrollo en la movilización de recursos. El informe subraya que la banca de desarrollo juega un papel estratégico para canalizar las fuentes de financiamiento hacia sectores clave. Para acelerar el paso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030, se requiere que las instituciones financieras de desarrollo impulsen proyectos de gran escala mediante mecanismos innovadores que articulen la inversión pública y privada. Se resalta la importancia de la colaboración entre instituciones financieras para el desarrollo para expandir su capacidad de préstamo y su alcance.

 

 

 

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