
En promedio, las niñas adolescentes dedican al menos una hora más diariamente, sumando siete a la semana, a trabajo doméstico y de cuidado, que sus pares varones, reveló un estudio realizado por UNICEF sobre el Uso del tiempo entre los y las adolescentes en América Latina, que incluye a cinco países de la región: Argentina, Chile, Colombia, México y Uruguay.
La participación de las niñas en las actividades de cuidado comienza desde edades muy tempranas y se incrementa en su adolescencia, haciéndose más evidente en los hogares más pobres donde la brecha de cuidado en el hogar puede duplicarse, llegando a invertir al menos 14 horas más por semana a estas tareas que sus pares varones. Por su parte, los niños ocupan una mayor parte de su tiempo en actividades recreativas y de esparcimiento.
Entre los factores asociados al tiempo que le dedican los y las adolescentes a este tipo de trabajo se incluyen la presencia de niños o niñas menores de cinco años en el hogar, la falta de accesibilidad a servicios de cuidado infantil en la primera infancia, así como el grado de participación de sus padres o madres en el trabajo no remunerado, replicando patrones de desigualdad de género entre generaciones.
La evidencia recopilada por UNICEF también revela una relación clara entre escolaridad y trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, siendo la participación en estas tareas mayor entre los niños y niñas que no asisten a la escuela, en comparación con quienes sí lo hacen. Por ello, en la XVI Conferencia Regional de la Mujer a realizarse en México, UNICEF y ONU Mujeres presentarán un informe de política pública en el que se recomienda evaluar y fortalecer las políticas de cuidado considerando:
Ampliar la cobertura de servicios de cuidado (para primera infancia, personas mayores y personas con discapacidad) y de educación como condición necesaria para redistribuir el trabajo de cuidados y evitar que recaiga en niñas y adolescentes. Esto incluye hacerlos más accesibles y sensibles al tiempo de los y las adolescentes.
Protección social que acompañe transiciones y promueva la corresponsabilidad, incluidos programas de transferencias monetarias y otras prestaciones económicas que pueden reducir las cargas de cuidado que recaen sobre las adolescentes.
Promover la transformación cultural desde y para la adolescencia a través de campañas dirigidas a adolescentes, con sus lenguajes, medios y códigos; visibilizar el cuidado como trabajo igualmente valioso para hombres y mujeres (y niños y niñas); promover masculinidades corresponsables; y habilitar espacios de participación y reflexión colectiva desde el sistema educativo, los medios y las comunidades.
Generar evidencia robusta y sistemas de información fortalecidos con datos específicos, actualizados y desagregados por sexo y edad para dimensionar la carga de cuidado que asumen las y los adolescentes, sus causas y consecuencias.
Promover la educación para la igualdad y la garantía integral de derechos. Para ello, es necesario transformar el sistema educativo para que sea inclusivo con quienes enfrentan responsabilidades de cuidado por medio de adaptaciones curriculares, modalidades flexibles, tutorías personalizadas y acompañamiento psicosocial.