La incertidumbre es el nuevo arancel, encareciendo el comercio mundial y afectando a las economías en desarrollo

 

El comercio mundial siempre ha enfrentado shocks, desde aranceles hasta pandemias y fracturas geopolíticas. Lo que cambia hoy es que la incertidumbre en sí misma se ha vuelto sistémica. Ya no se limita a eventos puntuales: la imprevisibilidad de las políticas está cada vez más incorporada en la economía global, reconfigurando los flujos comerciales y frenando la inversión.

 

La última Actualización sobre el Comercio Mundial de ONU Comercio y Desarrollo (UNCTAD) muestra cómo este clima de incertidumbre está elevando costos, desestabilizando los mercados financieros y profundizando las brechas entre países.

 

Primero: mayores costos y menor crecimiento

 

El Índice Mundial de Incertidumbre de Política Comercial alcanzó niveles récord en el primer trimestre de 2025, subrayando la creciente imprevisibilidad que se ha vuelto una característica global. Las empresas enfrentan decisiones difíciles: acumular inventarios, desviar envíos o pagar mayores costos de transporte.

 

A inicios de 2025, la volatilidad en las importaciones de EE. UU. aumentó respecto al año anterior, incluso antes de que entraran en vigor los aranceles, mientras las compañías se apresuraban a adaptarse. El costo de la incertidumbre en sí misma a menudo supera al del arancel. Los pequeños exportadores y las economías en desarrollo cargan con el mayor peso, con escasos recursos financieros o logísticos para amortiguar el impacto.

 

Segundo: riesgos para la estabilidad financiera y macroeconómica

 

La incertidumbre se extiende mucho más allá de los puertos. Los tipos de cambio fluctúan, los flujos de capital se restringen y los costos de endeudamiento aumentan. Para los países en desarrollo, donde el acceso al financiamiento comercial ya es limitado, esto se traduce en crédito restringido e inversión reducida. Con las tasas de interés globales aún altas, la carga adicional de la imprevisibilidad profundiza la fragilidad fiscal, limitando la capacidad de los gobiernos para financiar el crecimiento y el desarrollo social.

 

Tercero: erosión de la confianza y la cooperación

 

Quizás lo más dañino sea la ruptura de la confianza. Cuando las políticas son inciertas o las reglas se aplican de manera selectiva, los gobiernos recurren a medidas unilaterales que invitan a represalias. Este ciclo alimenta la volatilidad en las cadenas de suministro. Los datos de UNCTAD muestran que, mientras las economías avanzadas mantuvieron tendencias de importación estables, los países en desarrollo enfrentaron oscilaciones más marcadas a inicios de 2025 – y los países menos adelantados sufrieron un repunte más tardío pero más agudo en el año. Esto subraya que los más vulnerables son también los más expuestos.

 

El costo de la imprevisibilidad es evidente: la volatilidad castiga a quienes menos capacidad tienen de absorberla. Pero existen caminos a seguir. Diversificar mercados, reforzar acuerdos comerciales y dar a las empresas aviso previo de los cambios de política puede reducir el riesgo. Por encima de todo, restaurar la estabilidad y la previsibilidad es esencial – para que las empresas inviertan, los países crezcan y el comercio cumpla su papel como motor del desarrollo.

 

 

 

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