
En 2021, más de 100.000 personas en las Américas murieron por suicidio. Si bien el aumento de las tasas en América del Norte es uno de los principales factores que impulsan esta tendencia, los países del Cono Sur también muestran un crecimiento significativo, y las naciones del Caribe continúan reportando las tasas de mortalidad por suicidio más altas de la región.
La nueva iniciativa abordará los principales desafíos que dificultan los avances en la prevención del suicidio, entre ellos el acceso limitado a servicios comunitarios de salud mental, el estigma y la débil coordinación intersectorial. Su enfoque está alineado con las intervenciones básicas de la Organización Mundial de la Salud, que incluyen:
Restringir el acceso a los medios asociados al suicidio
Promover una cobertura responsable en los medios de comunicación
Fomentar habilidades socioemocionales en adolescentes
Garantizar la identificación temprana, el tratamiento y el seguimiento de las personas en riesgo.
La OPS se centrará en tres áreas prioritarias:
Fortalecer los planes nacionales – Apoyar a los países en el diseño o actualización de estrategias y planes de acción nacionales de prevención del suicidio adaptados a las necesidades de las poblaciones en riesgo.
Ampliar el acceso a una atención de salud mental de calidad – Capacitar a los trabajadores de la salud y a las comunidades para identificar y apoyar a las personas en riesgo, responder de manera eficaz y proporcionar recursos a las familias afectadas por el suicidio o la autolesión.
Sensibilizar y reducir el estigma – Colaborar con los profesionales de los medios de comunicación en la cobertura responsable e implementar campañas para romper el silencio en torno a la salud mental.
El suicidio afecta de manera desproporcionada a los adultos mayores, ya que el 71% de los suicidios en hombres y el 65% en mujeres ocurre en personas mayores de 50 años. Si bien los hombres presentan tasas más elevadas (14,7 por cada 100.000 habitantes, frente a 4 por cada 100 000), el aumento ha sido más pronunciado en mujeres (un 23% desde 2000, frente a 14,4% en hombres). Los intentos de suicidio también fueron casi cinco veces más frecuentes en mujeres. Varios factores subyacentes parecen estar impulsando estos incrementos. En los hombres, el suicidio está estrechamente vinculado al consumo de alcohol y drogas, así como al desempleo y al hecho de vivir en zonas con altas tasas de homicidios. En el caso de las mujeres, la desigualdad educativa y el desempleo son los factores más fuertemente asociados.