
Esta nota de país ofrece un panorama de las características clave del sistema educativo en México con base en datos de Panorama de la Educación 2025. En consonancia con el enfoque temático de este año, se centra en la educación superior, a la vez que abarca otros componentes del sistema educativo.
La proporción de adultos jóvenes (de 25 a 34 años) sin haber completado la educación secundaria superior continúa disminuyendo en la OCDE, alcanzando un promedio del 13 %. Esta tendencia también continúa en México, donde la proporción disminuyó del 49 % al 41 % entre 2019 y 2024.
Las personas con un mayor nivel educativo generalmente enfrentan un menor riesgo de desempleo y ganan salarios más altos. Completar la educación media superior es particularmente importante para reducir el riesgo de desempleo. En promedio en la OCDE, el 12.9% de los adultos jóvenes económicamente activos (25-34 años) sin una cualificación de secundaria superior están desempleados, en comparación con el 6.9% de aquellos con un logro de secundaria superior o postsecundaria no terciaria. Aquellos que continúan para obtener un título terciario ven una reducción adicional relativamente menor en el desempleo, con un 4.9% de los adultos jóvenes con educación terciaria desempleados en promedio en la OCDE. Este patrón es diferente en México: el 2.7% de los adultos jóvenes sin una cualificación de secundaria superior están desempleados, en comparación con el 3.6% de aquellos con un logro de secundaria superior o postsecundaria no terciaria y el 4.3% de aquellos con un logro terciario
En promedio, las personas con una maestría o título equivalente tienen tasas de empleo e ingresos significativamente más altos que quienes poseen una licenciatura o título equivalente. Sin embargo, la proporción de adultos jóvenes (de 25 a 34 años) que obtienen una maestría o título equivalente varía considerablemente entre los países de la OCDE, oscilando entre el 1% y el 39% en 2024. En México, el 2% de las personas de 25 a 34 años posee una maestría o título equivalente, cifra inferior al promedio de la OCDE del 16%. Esto representa un pequeño aumento desde 2019, cuando la proporción era del 1%.
La brecha salarial promedio entre individuos (25-64 años) con y sin logro educativo de secundaria superior es relativamente modesta en los países de la OCDE. En promedio en la OCDE, los trabajadores sin cualificaciones de secundaria superior ganan en promedio 17% menos que aquellos que han completado la educación secundaria superior, mientras que los trabajadores con logro terciario ganan 54% más que aquellos con logro educativo de secundaria superior. En México, la brecha salarial entre trabajadores con y sin logro educativo de secundaria superior es mayor que el promedio de la OCDE, en 19%. La brecha entre aquellos con logro educativo de secundaria superior y terciario también es mayor que el promedio de la OCDE, en 56%. Esto sugiere una distribución salarial generalmente más dispersa por logro educativo en México, lo que puede indicar mayores retornos relativos a la educación, pero también un mayor nivel de desigualdad de ingresos en comparación con el promedio de la OCDE.
Como en la mayoría de los demás países, el gasto público en México es mayor en la educación superior, incluyendo investigación y desarrollo (I+D), que en la educación primaria y postsecundaria no superior. El gasto público en México asciende a 4430 USD por estudiante de educación superior, en comparación con el promedio de la OCDE de 15102 USD.
Gran parte de la disparidad en el gasto por estudiante entre los países de la OCDE, los países socios y los países en vías de adhesión refleja las diferencias en los niveles de ingreso nacional. Cuando el gasto se mide como porcentaje del PIB, las diferencias entre países tienden a ser menores, oscilando entre el 2,5 % y el 6,9 % del PIB. En México, la inversión en educación, desde primaria hasta terciaria, asciende al 4,3 % del PIB, cifra inferior al promedio de la OCDE del 4,7 % según este indicador.
Los gobiernos son la principal fuente de financiamiento para la educación en todos los países de la OCDE, especialmente para los niveles de educación obligatoria. En México, los gobiernos aportan el 83.8% del financiamiento total para la educación primaria, secundaria y postsecundaria no terciaria (antes de transferencias al sector privado), cifra inferior al promedio de la OCDE de 90.1%. En los niveles preescolar y terciario, el financiamiento privado suele desempeñar un papel más importante. En México, el 82% del financiamiento para la educación preescolar (después de transferencias) y el 59.8% del financiamiento para la educación terciaria (antes de transferencias) provienen de fuentes públicas, en comparación con los promedios de la OCDE de 85.6% y 71.9%, respectivamente.
Si bien el gasto por estudiante, desde la educación primaria hasta la superior, aumentó en promedio en los países de la OCDE entre 2015 y 2022 en términos reales (de USD 11 955 a USD 13 210), el gasto público en educación disminuyó en términos relativos del 10,9 % del presupuesto público al 10,1 %. Esto sugiere que la prioridad relativa otorgada a la educación en el gasto público general ha disminuido en toda la OCDE. En México, el gasto por estudiante disminuyó de USD 4 079 a USD 3 650, mientras que la proporción dedicada a la educación disminuyó del 15,8 % del presupuesto público al 13,2 % durante este período.
La cantidad de horas de instrucción obligatoria afecta los costos salariales docentes, ya que influye en el número de docentes necesarios, junto con otros factores como el tamaño de las clases y el tiempo de enseñanza. En México, los estudiantes reciben 760 horas de instrucción obligatoria al año en educación primaria y 1108 horas en educación secundaria, respectivamente, por debajo y por encima del promedio de la OCDE de 804 horas en educación primaria y 909 horas en educación secundaria.
En la OCDE, el tamaño promedio de las clases en primaria se mantuvo sin cambios desde 2013, con 20.6 alumnos. En México, el tamaño promedio de las clases en educación primaria en 2023 fue de 23.1 alumnos, un aumento de 3.5 desde 2013.
Los países utilizan diversos sistemas de admisión a las instituciones de educación superior pública. Estos varían según si la admisión es abierta o selectiva, y si las solicitudes se presentan directamente a las instituciones o a un organismo central. En México, la admisión es abierta para todos los programas. Los solicitantes presentan sus solicitudes directamente a las instituciones.