Se expanden las ciudades en México

 

El estudio encontró que la superficie ha crecido en mayor medida que la población, en ocasiones de forma explosiva. Las que más crecieron en ambos sentidos son ciudades turísticas, las norteñas y algunas fronterizas, así como las cercanas a grandes zonas metropolitanas, tendencia que se redujo en las últimas décadas, lo cual abre la oportunidad para avanzar en un desarrollo urbano sostenible y fortalecer al Estado como rector de la política urbana. 

 

 

Los procesos de transición urbana presentan diversas velocidades: de 1940 a 1980 ocurrió una urbanización acelerada y preminente, en tanto que de 1980 a 2005 en la mayoría de las urbes se identificó una fase de urbanización moderada y de diversificación. De 1985 a 2002 la superficie urbana se triplicó (3.2 veces) y la población urbana se multiplicó 1.5 veces; para el periodo 2002-2018 tanto la superficie urbana como la población crecieron en menor medida, de 1.6 y 1.3 veces, respectivamente. 

 

Las ciudades que presentaron los crecimientos más significativos, tanto en superficie como en población, son aquéllas donde predominan las actividades económicas centradas en el turismo de zonas costeras como San José del Cabo, Cabo San Lucas, Manzanillo, Puerto Vallarta, Cancún y Playa del Carmen; algunas del norte y fronterizas como Monterrey, Tijuana y Reynosa; así como otras cercanas a grandes zonas metropolitanas, que deben su crecimiento a fuerzas de atracción al estar en su radio de influencia; son los casos de Tizayuca, Zumpango y Los Héroes Chalco en Ciudad de México, García en Monterrey y Tesistán en Guadalajara. Aunque estas últimas fueron identificadas como ciudades separadas, son zonas de commuting (movilidad rutinaria por trabajo, estudio o servicios) que crecen más rápido que sus metrópolis contiguas.

 

En el grupo de las 13 ciudades con más de un millón de habitantes del país ocurren todo tipo de transiciones, la mayoría muestra descensos derivados de que sus superficies tuvieron aumentos mucho más grandes que los de su población en el primer periodo (1985 a 2002), y luego cayeron en el segundo periodo (2002 a 2018). El indicador de densidad media urbana presentó una tendencia a la baja, al pasar de 124 habitantes por hectárea en 2000, a 118.2 en 2005, 111.5 en 2010 y a 108.3 habitantes por hectárea en 2015. Los procesos de expansión urbana han provocado una oferta de vivienda con bajos niveles de ocupación, principalmente en las áreas urbanas periféricas. No obstante, en 2020 este indicador aumentó ligeramente a 110.1 habitantes por hectárea.

 

Los retos y prioridades para el desarrollo urbano sostenible, a la luz de los hallazgos encontrados, implican: identificar los vínculos estrechos entre la vivienda, la movilidad, el empleo, el agua, el ambiente, la recolección de residuos sólidos y la seguridad pública; explorar en qué medida la expansión física inicial permite ocupar espacios intraurbanos y la posibilidad de ocupar los que quedaron vacíos entre localidades que estaban fuera de las ciudades; tomar en cuenta los motores del crecimiento económico y el desarrollo humano para hacer competitivas y sostenibles nuestras ciudades, y transitar de una economía tradicional a una industrial y posindustrial; la sostenibilidad urbana requiere coordinación de políticas espacialmente integradas. No existe una receta única para mejorar la urbanización, cada ciudad tendría que analizar y consensar alternativas y soluciones. 

 

 

 

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