
En 2024, la tasa global de fecundidad en América Latina y el Caribe alcanzó los 1,8 hijos por mujer y se mantiene, desde 2015, por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer). En 2024, el 76% de los países y territorios de la región registraron tasas inferiores a ese nivel, que es el necesario para mantener estable la población en ausencia de migraciones, señala el Observatorio Demográfico 2025 - América Latina y el Caribe ante la baja fecundidad: tendencias y dinámicas emergentes, dado a conocer por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El documento, muestra que, en los países y territorios de América Latina y el Caribe, las tasas de fecundidad oscilaron entre 0,94 y 3,3 hijos por mujer en 2024. En América Latina, Chile (1,14), Costa Rica (1,32), Uruguay (1,40) y Argentina (1,5) presentan las tasas más bajas, mientras que, en los países y territorios del Caribe, las menores tasas se observan en Puerto Rico (0,94), Islas Vírgenes Británicas (1,05) y Curaçao (1,07).
El descenso acelerado de la fecundidad responde a una combinación de factores, entre ellos la disminución de la mortalidad en la niñez, la ampliación del acceso a la educación -especialmente de las mujeres-, el aumento de la participación femenina en el mercado laboral, el acceso masivo a métodos anticonceptivos modernos, y el progreso hacia una mayor igualdad de género. Estos factores han modificado las preferencias reproductivas, han ampliado las posibilidades de regular la fecundidad y han favorecido el aplazamiento de la maternidad.
El Observatorio Demográfico 2025, a partir de diversas fuentes demográficas, analiza también las principales desigualdades regionales y socioeconómicas vinculadas al comportamiento reproductivo y los factores que explican los cambios observados. En este sentido, en los quintiles de menores ingresos la fecundidad observada supera al promedio ideal de hijos que las mujeres declaran desear, mientras que en los quintiles de mayores ingresos la fecundidad observada está por debajo del número ideal de hijos, lo que reflejaría brechas en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, así como en la conciliación entre la vida productiva y reproductiva, el acceso a vivienda y a los servicios de cuidado, entre otros aspectos. Por ello, el documento aborda también los desafíos que plantea este nuevo escenario desde una perspectiva de políticas públicas, examinando los programas y políticas familiares aplicados en contextos de baja fecundidad y sus efectos asociados.
El documento insta a garantizar que las personas puedan ejercer su derecho a decidir libre y responsablemente el número de hijos que desean tener, de manera compatible con sus aspiraciones educativas, laborales o personales. Para ello, se requieren políticas integrales que promuevan la igualdad de género, amplíen la oferta y calidad de los servicios de cuidado, eliminen la penalización por maternidad en el ámbito laboral, y garanticen una cobertura universal de servicios de salud sexual y reproductiva.