
El último informe elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) y ONU Mujeres, revela que el femicidio está creciendo en todo el mundo. Si bien hay mayor conciencia y condena pública contra estos asesinatos, falta mucho por hacer para prevenir la violencia contra las mujeres, frenar su aumento, prestar servicios adecuados para las sobrevivientes y castigar a los perpetradores.
1. Las mujeres y las niñas tienen mayores probabilidades de morir a manos de quienes tienen vínculos más estrechos con ellas
En 2024, alrededor de 50 000 mujeres y niñas de todo el mundo murieron a manos de sus parejas u otros miembros de su familia (padres, madres, tíos, hermanos). Esto quiere decir que, en promedio, 137 mujeres o niñas mueren a manos de un miembro de su propia familia cada día. Las parejas actuales o anteriores son, por amplio margen, quienes tienen la mayor probabilidad de perpetrar un femicidio. En promedio, representan el 60 % de todos los asesinatos a manos de la pareja o de un familiar.
Aunque la cifra de este año es inferior a la estimación de 51.100 víctimas registrada en 2023, este descenso no refleja una reducción real. Se debe, en gran medida, a diferencias en la disponibilidad de datos a nivel de país. Aun así, los datos muestran que el mundo sigue sin prevenir muertes que podrían evitarse mediante intervenciones tempranas, servicios policiales y de justicia con perspectiva de género, y acceso a apoyo y protección centrados en las sobrevivientes.
2. El femicidio es un problema universal
El femicidio es una crisis global que afecta a las mujeres y las niñas en todos los países y territorios. Según el nuevo informe, en 2024, África registró la cifra (absoluta y relativa) más alta de asesinatos de mujeres y niñas a manos de la pareja o de la familia: 22 600 femicidios (3 víctimas por cada 100 000 personas). Las Américas y Oceanía también registraron índices elevados de femicidios cometidos por la pareja o familia en 2024 (1,5 y 1,4 víctimas por cada 100 000 personas, respectivamente), mientras que las cifras fueron significativamente menores en Asia y Europa (0,7 y 0,5 víctimas por cada 100 000 personas, respectivamente).
3. Es probable que la escala real del femicidio sea mucho mayor
Si bien las cifras que se presentan en el informe son altas a niveles alarmantes, estas son solo la punta del iceberg. Aún hay muchos femicidios sin registrar. En casi cuatro de cada diez asesinatos intencionales de mujeres y niñas, no hay información suficiente para identificarlos como asesinatos por razones de género debido a las diferencias procesales en la investigación y el registro de la justicia penal en cada país.
Cada cifra representa una mujer o niña cuya vida fue arrancada brutalmente a manos de la violencia machista, la misoginia y las normas sociales que toleran y perpetúan la violencia contra las mujeres y las niñas.
4. Las mujeres y niñas marginadas quedan expuestas a un riesgo mayor
Las mujeres visibles públicamente, como aquellas que participan en política, las defensoras de los derechos humanos y las periodistas, son a menudo objeto de actos deliberados de violencia, en línea y fuera de ella, e incluso pueden llegar a ser víctimas fatales de asesinatos intencionales. Una de cada cuatro mujeres periodistas a nivel mundial y una de cada tres mujeres parlamentarias encuestadas en Asia y el Pacífico informaron haber recibido amenazas de violencia física en línea, incluidas amenazas de muerte.
Para prevenir los femicidios, es fundamental que las autoridades nacionales registren información integral acerca de las víctimas. Al identificar a las mujeres y las niñas con un riesgo más alto, los países pueden brindar mejor información a los mecanismos de prevención y protección.
5. El femicidio puede y debe prevenirse
Los asesinatos por razones de género y otras formas de violencia contra las mujeres y las niñas no son inevitables. A menudo, el femicidio/feminicidio es la culminación de repetidos episodios de violencia de género que escalan; es decir, pueden, y deben, prevenirse si se atienden eficazmente las primeras señales de violencia. Estos pueden y deben prevenirse con iniciativas de prevención primaria centradas en la transformación de normas sociales perjudiciales y en la participación plena de comunidades y sociedades para generar una cultura de cero tolerancia a la violencia contra las mujeres.