
La meditación es una práctica ancestral que consiste en centrar toda nuestra atención en el momento presente. Arraigada en tradiciones religiosas, yóguicas y seculares de distintas culturas, la meditación se practica desde hace miles de años. En la actualidad, se ha extendido por todo el mundo, más allá de sus orígenes espirituales, para convertirse en una herramienta universal para el bienestar personal y la salud mental.
Más allá de los beneficios para el individuo, la meditación fomenta la empatía, la colaboración y un sentido de propósito común, contribuyendo al bienestar colectivo. Celebrada por su universalidad, la meditación la practican personas de todas las edades, orígenes y estilos de vida, en todas las regiones del mundo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca los importantes beneficios de la meditación, en particular de la meditación de conciencia plena. En sus planteamientos sobre la gestión del estrés, la OMS destaca la importancia de aprender mecanismos de afrontamiento, como la meditación para favorecer el bienestar mental y físico.
La meditación es cada vez una práctica más reconocida por su contribución a la salud mental, un derecho humano fundamental, y su alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La Agenda para el Desarrollo Sostenible hace hincapié en el papel fundamental de la salud y el bienestar para lograr el desarrollo sostenible. El Objetivo 3, Buena salud y bienestar, se propone garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todas las personas de todas las edades, abordando retos clave como la salud materna e infantil, las enfermedades transmisibles y no transmisibles, y el acceso a medicamentos esenciales y vacunas. Esta meta también destaca la importancia de la salud mental, la cobertura sanitaria universal y la reducción de las desigualdades sanitarias para construir sociedades resilientes e inclusivas.