
Entre otras estrategias, en la directriz se insta a actuar rápidamente para poner fin al matrimonio infantil, ampliar la escolarización de las niñas y mejorar el acceso a la información y los servicios en materia de salud sexual y reproductiva, que son factores fundamentales para reducir los embarazos precoces entre las adolescentes de todo el mundo.
Las razones del embarazo precoz son variadas y están relacionadas entre sí; entre ellas figuran las desigualdades de género, la pobreza, la falta de oportunidades y la imposibilidad de acceder a servicios de salud sexual y reproductiva. Existe una fuerte correlación con el matrimonio infantil: en los países de ingreso bajo y mediano, 9 de cada 10 partos de madres adolescentes se dan en niñas que habían contraído matrimonio antes de los 18 años.
En la directriz se recomienda realizar un esfuerzo general para mejorar la situación en lo que respecta a la educación, los ahorros y las perspectivas de empleo de las niñas y ofrecer así alternativas viables al matrimonio precoz. Según las estimaciones, si todas las niñas terminaran la educación secundaria, los matrimonios infantiles podrían reducirse hasta en dos tercios. En el caso de las niñas expuestas a un mayor riesgo, en la directriz se recomienda considerar la posibilidad de ofrecer incentivos que favorezcan la finalización de la educación secundaria, como ayudas financieras específicas o programas de becas. En la directriz también se recomienda la adopción de leyes que prohíban el matrimonio antes de los 18 años, en consonancia con las normas de derechos humanos, y la participación de la comunidad para prevenir esa práctica.
Las recomendaciones ponen de relieve la necesidad de velar por que los adolescentes puedan acceder a servicios de salud sexual y reproductiva de alta calidad que respondan a sus necesidades y ofrezcan opciones anticonceptivas. En algunos países, para acceder a esos servicios se requiere el consentimiento de un adulto, lo que constituye un obstáculo importante. Es necesario también que las niñas que se quedan embarazadas puedan acceder a una atención de salud de alta calidad y respetuosa durante el embarazo y el parto y después de ellos, sin estigmatización ni discriminación, y a servicios de aborto en condiciones de seguridad.
Por último, la educación sexual integral es esencial tanto para los niños como para las niñas, para asegurarse de que saben dónde pueden acceder a esos servicios y cómo utilizar los diferentes tipos de anticonceptivos.
A nivel mundial, se han registrado avances en la reducción de los embarazos y partos en la adolescencia. Según las estimaciones, se calcula que en 2021 daba a luz antes de los 20 años 1 de cada 25 niñas, mientras que dos decenios antes daba a luz 1 de cada 15. Siguen existiendo importantes disparidades. En algunos países, cada año da a luz cerca de 1 de cada 10 adolescentes de entre 15 y 19 años.