
Un diagnóstico médico a tiempo puede marcar un antes y un después en la vida de una persona. Las enfermedades crónicas no transmisibles como el cáncer, así como las enfermedades cardiovasculares, diabetes y enfermedades pulmonares crónicas, plantean desafíos crecientes tanto para los sistemas de salud de América Latina como para los pacientes, a menudo de forma silenciosa y sin ser detectadas hasta que los síntomas están ya muy avanzados.
Para poner en valor esta cadena productiva y de creación de empleo, América Latina debe incrementar sustancialmente la inversión en salud. El gasto público alcanza apenas los 775 dólares per cápita, menos de una quinta parte del promedio comparado con los países de la OCDE, donde este indicador supera los 4000 dólares. Incluso cuando se miran otros indicadores, los resultados son preocupantes: el número de enfermeros por cada 1000 habitantes es tres veces menor en comparación con los países de esta organización.
Detrás de estos esfuerzos se encuentra el enfoque de cobertura sanitaria universal (CSU), que busca garantizar que todas las personas, especialmente las más vulnerables, tengan acceso a servicios médicos de calidad sin enfrentar dificultades financieras.
La buena salud no es sólo la ausencia de enfermedades. Una atención sanitaria de calidad y accesible permite también desbloquear un gran número de oportunidades económicas, generando nuevos puestos de trabajo de calidad y fortaleciendo las economías locales.