
El análisis, titulado: El bienestar de la infancia en un mundo impredecible, compara datos de 2018 y 2022 y ofrece una perspectiva de la repercusión de la pandemia de COVID-19 y la interrupción de la actividad en todo el mundo sobre los niños y niñas de 43 países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y la Unión Europea (UE). Desde la publicación del último Report Card comparable hace cinco años, los Países Bajos y Dinamarca se han mantenido en los primeros puestos de la lista de los mejores países para la infancia en términos de bienestar mental, salud física y competencias, seguidos de Francia.
Con todo, el informe advierte también de que en numerosos países se ha producido una acusada pérdida de habilidades académicas entre los niños y las niñas tras la pandemia, especialmente de competencias básicas como la lectura y las matemáticas. El cierre de las escuelas durante periodos que oscilaron entre los 3 y los 12 meses obligó a muchos niños y niñas a seguir las clases a distancia y provocó pérdidas en su aprendizaje. Según el informe, se calcula que el retraso de algunos de estos niños con respecto al nivel académico que deberían tener es de siete meses a un año en promedio. El retroceso fue más pronunciado en el caso de los niños y niñas de familias desfavorecidas.
El informe también presenta datos preocupantes en relación con la salud mental y señala que el nivel de satisfacción vital de los niños y las niñas se ha resentido en este periodo, especialmente en 15 de los 26 países que disponen de datos. Solo en Japón se observó una mejora notable en este ámbito.
El informe insta a los gobiernos y a las partes interesadas a que tomen medidas en diversos ámbitos de actuación para abordar el deterioro del bienestar de los niños y las niñas. Entre esas medidas figuran las siguientes:
Apoyar el desarrollo de competencias, en particular la alfabetización, las nociones de aritmética, las destrezas digitales y las habilidades sociales y emocionales, especialmente para los niños y niñas que se quedaron atrasados durante la pandemia y los que proceden de entornos desfavorecidos.
Mejorar la salud mental mediante su promoción y prevención, la prestación de servicios especializados y la lucha contra la violencia y el acoso escolar, tanto en línea como en la vida real.
Mejorar la salud física garantizando una alimentación nutritiva y accesible para los niños y niñas y limitando la venta y la publicidad de alimentos no saludables.
Implicar a los niñas y las niñas para que entiendan mejor sus experiencias y puntos de vista, y trabajar con ellos y ellas para encontrar soluciones que promuevan su bienestar.