
Según el informe, el mundo está cerca de alcanzar una cuarta parte de las metas pertinentes, mientras que otra cuarta parte está lejos o muy lejos de su consecución. En cuanto a la mitad restante, en general los países están razonablemente posicionados para alcanzarlas.
El informe se beneficia de la mayor disponibilidad de datos hasta la fecha sobre los indicadores de los ODS relacionados con la alimentación y la agricultura, que alcanzaron el 65 % en 2025, frente al 62 % en 2023 y solo el 32 % en 2017.
Aspectos destacados del informe:
La inseguridad alimentaria mundial se mantiene muy por encima de los niveles de 2015: cerca del 28 % de la población mundial —alrededor de 2 300 millones de personas— padecía inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024, frente al 21,4 % (1 600 millones) registrado en 2015. Mientras tanto, se estima que el 8,2 % de la población mundial podría haber sufrido hambre en 2024. Desde la perspectiva de la evaluación del progreso, el mundo está lejos de la meta establecida, y también se ha registrado un retroceso desde 2015.
En todo el mundo, entre 2019 y 2023, tan solo el 65 % de las mujeres en edad fértil alcanzaron la diversidad alimentaria mínima, con África subsahariana y Asia central y meridional a la zaga. Al analizar la evaluación del progreso, el mundo se encuentra a una distancia moderada de la meta establecida, y también se ha registrado un retroceso a partir de 2015.
A pesar de un modesto descenso en 2023, la incidencia de las anomalías en los precios de los alimentos sigue siendo tres veces superior a la media de 2015-19 debido a las actuales tensiones geopolíticas y a las perturbaciones relacionadas con el clima. Desde el punto de vista de la evaluación del progreso, el mundo está muy lejos de la meta establecida, con una tendencia al deterioro desde 2015.
La tendencia mundial en la eficacia en el uso del agua ha mostrado una mejora notable, con un aumento del 23 % entre 2015 y 2022, impulsada principalmente por el crecimiento económico. El estrés hídrico ha permanecido relativamente estable en todo el mundo, y se cifró en el 18 % en 2022. Sin embargo, un examen más detallado en el ámbito regional revela un panorama más preocupante, con Asia occidental y África septentrional enfrentándose a una grave escasez de agua.
Existe una tendencia creciente hacia la adopción de instrumentos internacionales de lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada. No obstante, los efectos concretos de estas medidas tardan en manifestarse, ya que la proporción de las poblaciones mundiales de peces que se encuentran dentro de los límites de la sostenibilidad biológica sigue menguando y se situaba en el 62,5 % en 2021, frente al 90 % de 1974.
Aunque la superficie forestal mundial continúa disminuyendo —ha pasado del 31,9 % en 2000 al 31,2 % en 2020—, el ritmo de reducción se ha ralentizado en comparación con decenios anteriores. A pesar de los avances en la gestión forestal sostenible, la tasa de pérdida de bosques sigue siendo elevada, debido sobre todo a la expansión de la agricultura para la producción ganadera y de cultivos.