
Los trastornos de salud mental, como la ansiedad y la depresión, son muy frecuentes en todos los países y grupos poblacionales, y afectan a todas las edades y todos los niveles de ingresos. Constituyen la segunda causa de discapacidad prolongada, aumentan el número de años de vida saludable perdidos, generan gastos en atención de salud para las personas y las familias afectadas y ocasionan pérdidas económicas sustanciales en todo el mundo.
Estas son las conclusiones de dos informes —World mental health today y Mental health atlas 2024— que, si bien reseñan algunos progresos, revelan también importantes deficiencias en la respuesta mundial a estos trastornos. Ambos informes son fundamentales para orientar las estrategias de los países y entablar un diálogo internacional antes de la Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre las enfermedades no transmisibles y la promoción de la salud mental y el bienestar.
Datos principales del informe World mental health today
Este informe muestra que, aunque la prevalencia de los trastornos de salud mental puede variar en función del sexo, las mujeres resultan desproporcionadamente afectadas en conjunto. Además, revela que los trastornos más habituales tanto en las mujeres como en los hombres son la ansiedad y la depresión.
El suicidio sigue siendo un problema devastador: se calcula que, en 2021, fue la causa de unas 727 000 defunciones. Se trata de una de las principales causas de defunción entre los jóvenes de todos los países y contextos socioeconómicos. Pese a los esfuerzos realizados en todo el mundo, la reducción conseguida de la mortalidad por suicidio no basta para alcanzar la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas consistente en reducir en un tercio los índices de suicidio de aquí a 2030. Si se mantiene la tendencia actual, solo se logrará una reducción del 12 % para esa fecha.
Datos principales del Mental health atlas 2024
El Atlas revela una preocupante falta de aumento de la inversión en salud mental. El promedio del gasto público en este ámbito sigue siendo apenas el 2 % del presupuesto total en salud, un porcentaje que no ha variado desde 2017. Además, se observan marcadas disparidades entre países: mientras que los de ingresos altos gastan USD 65 por persona en salud mental, los de ingresos bajos dedican a ello apenas USD 0,04. El promedio mundial de trabajadores de la salud mental es de 13 por cada 100 000 habitantes y se observan graves carencias en los países de ingresos bajos y medianos.
Un dato alentador es que la mayoría de los países informó de que aplica iniciativas funcionales de promoción de la salud mental, como programas de desarrollo en la primera infancia, de salud mental en las escuelas y de prevención del suicidio. Más del 80 % de los países ofrece actualmente apoyo a la salud mental y psicosocial como parte de la respuesta a las emergencias, frente al 39 % en 2020. También ha aumentado la disponibilidad de servicios ambulatorios de salud mental y de telemedicina, aunque el acceso a ellos sigue siendo desigual.
Un llamado mundial a intensificar la acción en la esfera de la salud mental
Aunque se han registrado avances alentadores, los datos recientes indican que los países siguen muy lejos de alcanzar los objetivos fijados en el Plan de Acción Integral sobre Salud Mental de la OMS. La OMS insta a los gobiernos y a los asociados mundiales a redoblar con urgencia sus iniciativas para transformar de forma sistémica los servicios de salud mental en todo el mundo, entre ellas:
• una financiación equitativa de los servicios de salud mental;
• reformas jurídicas y normativas que garanticen los derechos humanos;
• una inversión sostenida en el personal de salud mental; y
• la ampliación de la atención comunitaria centrada en las personas.