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FAO – Datos sorprendentes sobre las legumbres que quizás desconocías

 

 

 

Año Internacional de las Legumbres

Aunque la producción mundial de legumbres ha aumentado en más del 20 por ciento en los últimos 10 años, su consumo ha experimentado un descenso lento y continuo tanto en los países desarrollados como en desarrollo en ese mismo periodo. En parte, esto puede obedecer a la incapacidad de producir legumbres al mismo ritmo que crece la población, así como al cambio de dietas en muchos países. Los objetivos clave del año son concienciar sobre los beneficios de las legumbres, fomentar la investigación, abordar los desafíos del comercio de legumbres y promover una mejor utilización de las legumbres en la rotación de cultivos

 

10: Etimología

La palabra legumbre procede directamente del latín legumen, leguminis, con que se designaba a semillas comestibles como habas guisantes, lentejas, alubias etc, ya cultivadas por los romanos.

 

9: Legumbres y leguminosas: ¿cuál es la diferencia?

El término “leguminosa” hace referencia a aquellas plantas cuyo fruto se encuentra dentro de una vaina. Las legumbres son un subgrupo de la familia de las leguminosas, pero el término “legumbre” hace referencia únicamente a la semilla seca. Los frijoles, las lentejas y los guisantes secos son los tipos de legumbres más conocidos y consumidos (para más información: ¿Qué son las legumbres?).

 

8: Un antiguo cultivo

Las legumbres han sido una parte esencial de la dieta humana durante siglos. De hecho, los restos arqueológicos hallados en Anatolia (la actual Turquía) demuestran que la producción agrícola de garbanzos y lentejas se remonta al 7000 – 8000 a.C.

 

7: Un ingrediente delicioso y versátil y con un largo período de conservación

Las legumbres forman parte de la cultura alimentaria y la dieta habitual en casi todo el mundo y son un ingrediente clave en numerosos platos nacionales y regionales emblemáticos, desde el falafel al dal, pasando por el chile o los fríjoles cocidos. Las legumbres se pueden almacenar durante meses sin que pierdan su elevado valor nutricional, aumentando así la disponibilidad de alimentos entre cosecha y cosecha.

 

6: Parte de la red vital de la biodiversidad

Las propias legumbres son muy variadas: se cultivan centenares de variedades en todo el mundo. Además, el cultivo intercalado con legumbres diversifica los sistemas agrícolas típicos. Si un cultivo falla debido a la sequía o a las plagas, otro puede salvar la cosecha. Esto aumenta la resiliencia y la sostenibilidad de las explotaciones agrícolas e incrementa la seguridad alimentaria y de los ingresos. Además, el cultivo intercalado con las legumbres incrementa la biodiversidad vegetal y crea un paisaje más variado para animales e insectos. Al mejorar la salud del suelo, las legumbres también promueven la biodiversidad de sus microorganismos.

 

5: Fomentan la agricultura sostenible y la protección del suelo

Como fijadoras de nitrógeno, las legumbres pueden mejorar la fertilidad del suelo, mejorando y alargando la productividad de las tierras agrícolas. La utilización de las legumbres en los sistemas de cultivos intercalados y como cultivos de protección, puede reducir la erosión del suelo y contribuir a la lucha contra las plagas y las enfermedades. Dependiendo de la especie y las condiciones medioambientales, las leguminosas de grano y forrajeras son capaces de fijar biológicamente hasta 350 kg de nitrógeno por hectárea al año.

 

4: Consumen poca agua

La producción de legumbres requiere poca agua, especialmente en comparación con otras fuentes de proteínas. Por ejemplo, la producción de daal (guisantes o lentejas partidos) precisa 50 litros de agua por kilogramo. En cambio, para producir un kilogramo de pollo se requieren 4 325 litros de agua, para un kilogramo de carne de cordero 5 520 litros de agua, y para un kilogramo de carne de vacuno 13 000 litros de agua. Su reducido consumo de agua convierte a la producción de legumbres en una buena opción en aquellas zonas y regiones más secas propensas a la sequía.

 

3: Un aliado inesperado frente al cambio climático

La amplia diversidad genética de las legumbres  permite seleccionar nuevas variedades adaptadas al cambio climático. Además, como fijadoras de nitrógeno, las legumbres evitan depender de los fertilizantes sintéticos, reduciendo la huella de carbono e, indirectamente, las emisiones de gases de efecto invernadero. Muchas legumbres favorecen una mayor acumulación de carbono en el suelo que los cereales o los pastos.

 

2: Asequibles y polivalentes

En los países en desarrollo, las legumbres constituyen el 75 por ciento de la dieta media, en comparación con el 25 por ciento en los países industrializados.

 

Son una alternativa económica a la proteína animal. Como se pueden utilizar para consumo propio o como cultivos comerciales, los agricultores que cultivan legumbres tienen la opción de consumir y/o vender su cosecha. Además, algunas legumbres como el guandú y el bambarase pueden cultivar en suelos muy pobres y ambientes semiáridos en los que otros cultivos no pueden crecer.

 

1: Un poderoso súper alimento

Las legumbres son ricas en nutrientes y constituyen una fuente fabulosa de proteínas. Debido a su alto contenido nutricional, las legumbres son un alimento básico en las cestas de alimentos de emergencia. En torno a un 20-25 por ciento de su peso son proteínas, el doble que el trigo y el triple que el arroz.

 

Las legumbres tienen un bajo contenido en grasa y no tienen colesterol. Su índice glucémico (un indicador del efecto en el nivel de azúcar en sangre) también es bajo, y son una fuente importante de fibra alimentaria. Como no contienen gluten, son un alimento ideal para los pacientes celíacos. Además, las legumbres son ricas en minerales y vitaminas B, fundamentales para la salud.

 

 

Fuente: FAO Enero.2016