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BANCO MUNDIAL – El futuro de los niños que están mal alimentados

 

 

La desnutrición crónica afecta al crecimiento de más de 7 millones de niños y niñas en América Latina y el Caribe. ¿Qué pasará con ellos cuando sean adultos?

 

A nivel mundial, la importancia de una buena nutrición es un hecho reconocido. Comer alimentos sanos y nutritivos se ha convertido en parte de la agenda diaria de miles de personas en el mundo. Este grupo, compuesto en su mayoría por jóvenes y adultos con mayores niveles de  educación y comunicación, está constantemente analizando su dieta e incorporando alimentos de mayor calidad para lograr un mejor desempeño en sus actividades diarias, desde impulsar su nivel de energía hasta acrecentar su capacidad de concentración y de productividad.

 

Sin embargo, si bien la comida nos acompaña durante toda la vida, muy poco del cerebro se desarrolla cuando ya somos jóvenes y/o adultos. La buena nutrición tiene un efecto esencial en los primeros mil días de vida del niño o niña, y para cuando llega a la edad escolar, alrededor del 80% de su cerebro ya se ha desarrollado.

 

Efectos de una mala nutrición

Lamentablemente,  aún más de 7 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición crónica en América Latina, de acuerdo al Banco Mundial. En la región y en el mundo, la desnutrición infantil tiene una serie de consecuencias negativas como una tasa mayor de mortalidad, bajo desempeño durante la etapa de aprendizaje de las habilidades cognitivas, sociales y emocionales,  bajo desempeño escolar y  limitada productividad laboral en la edad adulta. Este proceso colabora con la transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad en las familias de escasos recursos.

 

La desnutrición crónica sigue siendo uno de los principales problemas del desarrollo de un reducido número de países en América Latina y el Caribe. Cuando esto se suma a un entorno poco favorable, el resultado es un niño con dificultades en la escuela y más proclive a abandonarla, esto se traduce en un joven más impulsivo y finalmente en un adulto desorganizado, sin iniciativa, impuntual, conflictivo y que no es capaz de mantener un trabajo fijo.

 

 

 

 

Fuente: BANCO MUNDIAL 31.Agosto.2015