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UNAM – Descubren integrantes de la UNAM el efecto de zonas de fractura en el origen del vulcanismo

 

El hallazgo, dado a conocer recientemente en la publicación Nature Communications, tiene implicaciones a nivel mundial, pues no se había investigado cuál puede ser el efecto de esas zonas para el vulcanismo y, en particular, para la sismicidad, dijo Vlad C. Manea, del CGeo

 

En 2008, científicos del Centro de Geociencias (CGeo) de la UNAM, con sede en Juriquilla, Querétaro, se percataron de que una de las peculiaridades del volcán El Chichón, en Chiapas, es que su posición intersecta (del inglés intersect dos líneas o dos superficies que se cortan o cruzan entre sí) con la traza de la zona de fractura oceánica de Tehuantepec.

 

Luego, vieron que otros centros volcánicos del mundo se intersectan con zonas de fractura oceánica. Con esa observación, en apariencia sencilla, comenzaron a trabajar y desarrollar un modelo matemático que los llevó a un gran descubrimiento: esos lugares juegan un papel fundamental allá abajo, a profundidades muy grandes de la Tierra, como a (aproximadamente) 120 kilómetros o más, donde producen cambios significativos en el mecanismo de origen de los volcanes.

 

El hallazgo, dado a conocer recientemente en la publicación Nature Communications, desvela peculiaridades que iluminan el origen profundo del vulcanismo, indicó Vlad C. Manea, integrante del CGeo y primer autor del artículo.

 

 

Las simulaciones se realizaron durante dos años en la máquina de cálculo paralelo del CGeo, la supercomputadora Horus.

 

México es un país asentado sobre varias placas tectónicas, entre ellas, las más destacadas son las de Cocos y Rivera, que subducen (se hunden) debajo de la costa del Pacífico y producen actividad sísmica y volcánica relevante.

 

Las placas oceánicas en el planeta tienen varios rasgos significativos, explicó el universitario: están formadas por bloques con cierta edad tectónica y los límites entre ellos se llaman zonas de fractura, que se observan en su superficie y se subducen por debajo de los continentes.

 

No obstante, hasta ahora no se había indagado cuál puede ser el efecto de esas áreas para el vulcanismo y, en particular, para la sismicidad. Se trata de sitios también conocidos como zonas de debilidad, donde se infiltra el mar a las rocas del manto litosférico, mismas que se transforman en un tipo denominado serpentinita, que es una roca metamórfica muy dúctil y trae consigo mucha agua.

 

 

Fuente: UNAM 24.Enero.2015