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ONU MUJERES – Reclamemos el espacio de las mujeres en el liderazgo

Reclamemos el espacio de las mujeres en el liderazgo

La contribución que las mujeres pueden hacer al liderazgo es fundamental en todos los sectores, comunidades y sociedades. Desde el ámbito político y empresarial hasta el deporte y las disciplinas STEM, la diversidad en el liderazgo beneficia a todo el mundo. Las personas que lideran deben ser representativas de aquellas a las que sirven para entender mejor sus deseos y necesidades.

A pesar de que en 2020 se alcanzó una cifra récord de mujeres en los puestos de alta dirección de las empresas Fortune 500, sólo el 7,4 por ciento de las compañías de esa lista están dirigidas por mujeres; además, las mujeres tienen una probabilidad menor de convertirse en emprendedoras y se enfrentan a más obstáculos para iniciar un negocio. Las mujeres también sufren formas múltiples e interrelacionadas de discriminación en el lugar de trabajo que les suponen un impedimento para avanzar en su carrera y reclamar puestos de dirección, como el acoso sexual, la brecha salarial por razón de género y la falta de políticas respetuosas con la vida familiar.

Las mujeres que lideran en el mundo del deporte, desde las deportistas a las directivas, inspiran a las mujeres y a las niñas de todos los ámbitos de la sociedad a luchar por sus sueños. Desafían los estereotipos sexistas y cambian actitudes sobre los roles de género, proporcionan espacios justos y seguros para las mujeres y las niñas y les muestran el valor del trabajo en equipo y de la perseverancia. Sin el liderazgo de las mujeres, los Juegos Olímpicos de Tokio 2021 nunca se habrían convertido en los primeros Juegos Olímpicos igualitarios en materia de género, con una participación de mujeres deportistas de casi el 49 por ciento.

A pesar de los avances y de los récords que han batido, las mujeres siguen estando excluidas de algunos deportes y, en general, los salarios y premios económicos que reciben son muy inferiores a los de sus homólogos masculinos.

Para superar la pandemia de COVID-19 y recuperarnos de la actual crisis mundial, el mundo necesita de la ciencia, y la ciencia necesita a las mujeres. Las mujeres y las niñas están en la primera línea de respuesta como trabajadoras sanitarias e innovadoras, investigan vacunas, diseñan tratamientos pioneros e inspiran a las niñas para hacer una buena labor desde las disciplinas STEM.

Las mujeres del ámbito de la ciencia nos están conduciendo hacia un mundo más seguro, a menudo arriesgando sus vidas, ya que representan el 70 % del personal sanitario y de cuidados sociales. A pesar de ello, siguen estando infrarrepresentadas en las áreas de liderazgo y toma de decisiones, ya que ocupan sólo el 30 por ciento de los puestos dirigentes en el sector sanitario mundial.

Las barreras sistémicas, los prejuicios sexistas, la discriminación y los estereotipos de género todavía frenan a las mujeres en las carreras STEM, lo que se traduce en una menor diversidad entre las personas que están intentado encontrar soluciones a los retos más acuciantes, desde el cambio climático a la crisis de COVID-19. Para hallar soluciones mejores que beneficien a todo el mundo, necesitamos más mujeres líderes en ciencia.

El cambio climático afecta de forma desproporcionada a las mujeres de todo el mundo. Los desastres humanitarios provocados por el cambio climático agravan las desigualdades de género existentes, dejando a las mujeres y las niñas expuestas a mayores niveles de violencia, malnutrición y otros problemas. Sin mujeres líderes en el movimiento por el clima, las soluciones y la respuesta a la emergencia climática seguirán excluyendo las necesidades de las mujeres y socavando sus derechos.

Las mujeres y las niñas han liderado y siguen liderando movimientos medioambientales y de acción por el clima, pero los hombres ocupan el 67 por ciento de los puestos en los que se toman las decisiones relacionadas con el clima. La sostenibilidad medioambiental y la justicia climática dependen del liderazgo de las mujeres y de la juventud.

En sólo 22 países hay Jefas de Estado o de Gobierno y 119 países nunca han sido presididos por una mujer. Las mujeres ocupan apenas el 25 por ciento de los escaños parlamentarios nacionales y, según los datos de 133 países, representan sólo el 36 por ciento de los cargos electos de los órganos locales de deliberación.

Cuando las mujeres están infrarrepresentadas en la toma de decisiones públicas, las políticas no reflejan sus necesidades y prioridades. Si no actuamos de forma decidida para empoderar a las mujeres y posibilitar que sean más las que asuman el liderazgo en el campo político y en la toma de decisiones públicas, no lograremos la paridad plena en 130 años.

Los movimientos feministas fuertes sientan los cimientos para impulsar democracias y son un catalizador de cambios positivos.

El espacio de los movimientos y del discurso ciudadano está reduciéndose en todo el mundo. Hay más leyes que restringen la libertad de asociación y reunión, lo que obstaculiza la labor de los movimientos y las organizaciones de mujeres para constituirse, defender sus intereses, recibir financiación externa, informar sobre derechos humanos y hacer un seguimiento de esos derechos en algunos países. Las activistas que defienden los derechos humanos de las mujeres se enfrentan a campañas difamatorias en Internet, ataques físicos, acoso e intimidación. Desde 2008, la represión de la sociedad civil se ha exacerbado en 26 países, mientras que las condiciones sólo han mejorado en 17.

A pesar de estas amenazas, nuevas generaciones de jóvenes feministas continúan aportando energía y estrategias innovadoras a la lucha por los derechos de las mujeres.

Los medios de comunicación desempeñan una función esencial en la difusión de la voz y la situación de las mujeres y pueden llamar la atención sobre problemas clave. Pero, dado que las mujeres sólo ocupan el 27 por ciento de los puestos de alta dirección en organizaciones de medios de comunicación, no es sorprendente que las películas, los libros, los periódicos, los podcasts y otros potentes canales sigan estando dominados por historias, perspectivas y narrativas masculinas, escritas, producidas y protagonizadas por hombres.

Los resultados de un análisis de películas populares efectuado en 11 países han revelado que el 31 por ciento de los papeles con diálogo corresponden a mujeres y que únicamente el 23 por ciento de las películas tienen a una mujer como protagonista, un porcentaje que refleja casi a la perfección la proporción de mujeres cineastas (21 por ciento). Las representaciones de las mujeres suelen corresponder a personajes sin matices u objetos sexuales, tal y como se las ve desde una perspectiva masculina.

En los medios de noticias, sólo el 24 por ciento de las personas sobre las que leemos, oímos hablar o vemos en los periódicos, la radio o la televisión son mujeres. En la cobertura mundial de prensa sobre la COVID-19, apenas una de cada cinco fuentes especializadas consultadas ha sido una mujer.

Dado que más de un tercio del empleo femenino se concentra en la agricultura, resulta fundamental aumentar el acceso de las mujeres a la tierra y mejorar el apoyo a las agricultoras.

Las mujeres garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades y construyen la resiliencia climática. Sin embargo, cuando se trata de la posesión de la tierra y del acceso a los insumos, la financiación y la tecnología agrícolas para la resiliencia climática, las mujeres se ven mucho más relegadas que los hombres. A pesar de los retos adicionales a los que se enfrentan, estas agricultoras son a menudo custodias del conocimiento tradicional y administradoras de los recursos naturales de sus comunidades. Su experiencia y sus valiosos conocimientos pueden ayudarnos a gestionar mejor la escasez de recursos y a mitigar los riesgos del cambio climático.

El liderazgo de las mujeres es esencial para la paz sostenible y lo necesitamos con urgencia ya que los conflictos y las crisis humanitarias son cada día más complejos, violentos y prolongados. Aunque las mujeres suelen enfrentarse a mayores niveles de violencia y desigualdad en tiempos de guerra e inestabilidad, están a la vanguardia de los esfuerzos por lograr soluciones pacíficas para su comunidad.

Cuando hay grupos de mujeres y mujeres líderes implicadas en las negociaciones de paz, es más probable que se alcancen acuerdos y que estos se apliquen. Sin embargo, la mayoría de las personas que negocian, median y firman los procesos de paz son hombres.

Fuente: ONU MUJERES 01 de marzo de 2021